viernes, 21 de agosto de 2009

No rotundo a la discriminación

Cristy Roque*

Discriminar es todo acto de separar, excluir y restringir derechos a una o más personas, por ser consideradas de segunda categoría.

A la discriminación le antecede el estigma, entendido éste como el señalamiento y la etiqueta que la sociedad les asigna a diversas personas a partir de ciertas características, situaciones o condiciones que se conciben indeseables.

La discriminación es la expresión de la desinformación basada ésta en mitos y prejuicios sociales; es la concreción de ese estigma social, es la actitud que se expresa de diferentes formas: rechazo, odio, violencia de todo tipo, llegando a la más cruel e inhumana como es el asesinato.

Así mismo, la discriminación se refleja a través de la exclusión y negación de los derechos humanos a toda persona, mediante el diseño y ejecución de políticas públicas emanadas desde las instancias estatales.

Considerando lo anterior, es inaudito que los personajes políticos, responsables de emitir legislación favorable a los derechos humanos de todas las personas sin excepción, impulsen iniciativas de reformas a la Carta Magna, que van en contra del principio de No Discriminación.

Por otra parte, también es inaceptable la filosofía y política de las altas autoridades religiosas de acompañar estas iniciativas e inmiscuirse en la cosa pública, rol que no les compete. Por lo que es necesario que el gobierno tome conciencia que ante todo debe regir su actuar desde la visión de un estado laico.

La Igualdad y No Discriminación, son principios fundamentales de todo estado laico. El Art. 3 de la Declaración Universal de la Laicidad establece “que la igualdad no es solamente formal, debe traducirse en la práctica política, en vigilancia constante para que no sea ejercida alguna discriminación en contra de las personas en el ejercicio de sus derechos”.

Garantizar su cumplimiento no es cosa difícil, simplemente se requiere voluntad política, conciencia y una visión de derechos humanos para darse cuenta que todas las personas somos iguales; por lo que urge traducir la igualdad formal a una igualdad real sin mas dilaciones.

sábado, 15 de agosto de 2009

De-construir la Sexualidad

Cristy Roque*
Es urgente crear las condiciones socio-culturales, políticas y jurídicas necesarias que permitan reflexionar, debatir, de-construir la visión sobre la sexualidad. Esta debe conducir al crecimiento personal y colectivo, a pensarla y vivirla sin miedos, culpas y sobre todo Con Información basada en evidencia científica.
Es importante comprender la dimensión que tiene la sexualidad en nuestras vidas, estar consciente que es una construcción social y producto del devenir de la humanidad, entender que la concepción sobre la misma no puede ni debe ser estática, sino responder a las realidades actuales.
Nuestra sociedad vive bajo la lógica patriarcal, y uno de los ejes centrales es el dominio - control de los cuerpos, sobre todo de la sexualidad femenina; se asocia con aspectos negativos, pecaminosos y reducidos a sexo-coital.
La OMS define: “la sexualidad abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales”.

Todo ello implica un proceso de enseñanza-aprendizaje y la socialización juega un rol determinante. Los centros educativos son los medios para ello, por lo que es fundamental apostarle a la educación sexual en todos los niveles; es hora de cambiar y no aferrarse a dogmas de ningún tipo, pues lo único que hacen es obstaculizar el ejercicio de los derechos sexuales y derechos reproductivos.

Mari Londoño dice que la educación sexual es un proceso intencional, gradual, laico, sistemático y oportuno que propende al conocimiento científico, a la formación integral, la equidad, el autoconocimiento y la autodeterminación de la función amorosa, erótica y genital para mejorar la calidad de vida, la convivencialidad y la realización personal.

Si el estado antepone su carácter laico y concreta una política pública sobre la educación sexual retomando el espíritu de lo planteado anteriormente, sin lugar a dudas nuestro país se orientará a un cambio seguro en materia de sexualidad.

*Integrante de: la Campaña por la Convención Interamericana de los Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos y el Movimiento por una Cultura laica.